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Todos los israelitas salvados en esos días se acordarán sinceramente de Dios y se reunirán, irán a Jerusalén y vivirán seguros para siempre en la tierra de Abraham. Los que sinceramente aman a Dios se alegrarán, pero los pecadores e injustos desaparecerán de la tierra. (Tobías 14, 7)
Recuerden lo que hizo con Abraham, las pruebas por las que hizo pasar a Isaac, lo que le sucedió a Jacob en Mesopotamia de Siria cuando pastoreaba el rebaño de Labán, hermano de su madre. (Judit 8, 26)
Y ahora, Señor Dios, Rey, Dios de Abraham, salva a tu pueblo, pues piensan liquidarnos y quieren destruir tu antigua herencia. (Ester 13, 15)
Desde que cambió mi situación hasta el día de hoy, no he tenido momentos de alegría sino en ti, Señor, Dios de Abraham. (Ester 14, 18)
Acuérdense de Abraham, que se mostró fiel en la hora de la prueba y, por eso, Dios lo consideró justo. (1 Macabeos 2, 52)
Hemos hallado en un documento que espartanos y judíos son hermanos, por pertenecer a la raza de Abrahám. (1 Macabeos 12, 21)
Que Dios los llene de bienes y recuerde su alianza con Abraham, Isaac y Jacob, sus fieles servidores. (2 Macabeos 1, 2)
Por todo esto, así lo declara Yavé, Dios de la familia de Jacob, él, que rescató a Abraham: «En adelante, Jacob ya no será defraudado ni tendrá por qué verse pálido, (Isaías 29, 22)
Pero tú, Israel, eres mi siervo. Tú eres mi elegido, pueblo de Jacob, raza de Abraham, mi amigo, (Isaías 41, 8)
Vuelvan a su origen, miren la roca, la cantera de donde fueron sacados; miren a Abraham, su padre, y a Sara, que los dio a luz. Era uno solo cuando lo llamé, pero lo bendije y se multiplicó. (Isaías 51, 2)
pues tú eres nuestro Padre. Abraham ya no sabe de nosotros e Israel tampoco se acordará. Mas tú, Yavé, eres nuestro Padre, nuestro Redentor; éste ha sido siempre tu nombre. (Isaías 63, 16)
en ese caso ¡tampoco me preocuparé de la familia de Jacob y de David, mi servidor, ni tomaré más de entre sus descendientes a quienes gobiernen la posteridad de Abraham, de Isaac y de Jacob; pues quiero que vuelvan de su cautiverio y demostrarles así compasión. (Jeremías 33, 26)