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Su nombre era Nabal, del clan de Caleb, y su mujer se llamaba Abigail. La mujer era inteligente y atractiva, pero él era rudo y de mal carácter. (I Samuel 25, 3)
David oyó en el desierto que Nabal estaba esquilando su rebaño, (I Samuel 25, 4)
y envió a diez jóvenes con este encargo: "Suban a Carmel, preséntense a Nabal, y salúdenlo de mi parte. (I Samuel 25, 5)
Los jóvenes fueron a decir a Nabal todas estas cosas de parte de David, y se quedaron esperando. (I Samuel 25, 9)
Pero Nabal respondió a los servidores de David: "¿Quién es David y quién es el hijo de Jesé? Hoy en día hay muchos esclavos que se evaden de su dueño. (I Samuel 25, 10)
Uno de sus servidores le avisó a Abigail, la esposa de Nabal: "Mira que David envió a unos emisarios desde el desierto, para saludar a nuestro patrón, y él se abalanzó sobre ellos. (I Samuel 25, 14)
Luego dijo a sus servidores: "Adelántense ustedes, y yo iré detrás". Pero no le avisó nada a su esposo Nabal. (I Samuel 25, 19)
Que mi señor no le haga caso a ese miserable de Nabal, porque su nombre dice lo que él es: él se llama Nabal, que significa "insensato", y la insensatez lo acompaña. Pero yo, tu servidora, no había visto a los jóvenes que había enviado mi señor. (I Samuel 25, 25)
Y ahora, ¡por la vida del Señor y por tu propia vida! es el mismo Señor el que te impide derramar sangre y hacerte justicia por tu mano. ¡Que tus enemigos y todos los que tratan de hacerte mal corran la misma suerte que Nabal! (I Samuel 25, 26)
¡Por la vida del Señor, el Dios de Israel, que me ha impedido hacerte daño, si no te hubieras apresurado a venir a mi encuentro, juro que antes de brillar el alba no le habría quedado vivo a Nabal ni un solo hombre!". (I Samuel 25, 34)
Cuando Abigail llegó a su casa, Nabal estaba celebrando un regio banquete. Nabal desbordaba de alegría; y como estaba completamente borracho, ella no le dijo ni una sola palabra antes del alba. (I Samuel 25, 36)
Pero a la mañana, cuando a Nabal ya se le había pasado la embriaguez, su mujer lo puso al tanto de lo sucedido. Entonces él tuvo un ataque al corazón y quedó paralizado. (I Samuel 25, 37)