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Porque el Señor sale de su morada para pedir cuenta de su iniquidad a los habitantes de la tierra: la tierra pondrá al descubierto la sangre derramada y ya no cubrirá a sus muertos. (Isaías 26, 21)
El Ángel del Señor salió e hirió en el campamento de los Asirios a ciento ochenta y cinco mil hombres. Y cuando los demás se levantaron por la mañana, vieron que todos eran cadáveres, que estaban muertos. (Isaías 37, 36)
Andamos a tientas como los ciegos contra la pared, andamos a tientas, como el que está sin ojos; en pleno mediodía tropezamos como al anochecer, en pleno vigor estamos como los muertos. (Isaías 59, 10)
Por eso, llegarán los días -oráculo del Señor- en que no se dirá más "el Tófet" ni "valle de Ben Hinnóm", sino "valle de la Masacre", y se enterrará a los muertos en Tófet, por falta de sitio. (Jeremías 7, 32)
y les dirás: Así habla el Señor de los ejércitos: De esta misma manera quebraré a este pueblo y a esta ciudad, como se quiebra una vasija de alfarero que ya no se puede reparar, y los muertos serán enterrados en Tófet, porque no habrá otro sitio donde enterrarlos. (Jeremías 19, 11)
Fueron más dichosos los muertos por la espada, que los muertos por el hambre: aquellos se desangraron, traspasados; estos, por falta de frutos en los campos. (Lamentaciones 4, 9)
abre, Señor, tus ojos y mira; porque no son los muertos que están en el Abismo, aquellos cuyo espíritu ha sido arrancado de sus entrañas, los que tributan gloria y justicia al Señor; (Baruc 2, 17)
Señor todopoderoso, Dios de Israel, escucha la plegaria de los muertos de Israel, de los hijos de aquellos que han pecado contra ti y no han escuchado la voz del Señor, su Dios, por lo que han caído sobre nosotros estas calamidades. (Baruc 3, 4)
¿Por qué te has contaminado con los muertos, contándote entre los que bajan al Abismo? (Baruc 3, 11)
Si se los pone de pie, no se mueven por sí mismos; si se los inclina, no se pueden enderezar; como a muertos se les presentan las ofrendas. (Baruc 6, 26)
Entonces el Señor me dijo: "Convoca proféticamente al espíritu, profetiza, hijo de hombre. Tú dirás al espíritu: Así habla el Señor: Ven, espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos para que revivan". (Ezequiel 37, 9)
Pero Jesús le respondió: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos». (Mateo 8, 22)