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Me dijeron: "Los supervivientes del destierro que quedan allí, en la provincia, se encuentran en gran estrechez y humillación; la muralla de Jerusalén está destrozada y sus puertas destruidas por el fuego". (Nehemías 1, 3)
dije al rey: "Oh rey, vive eternamente. ¿Cómo no he de estar triste, cuando la ciudad donde están las tumbas de mis padres está destruida y sus puertas consumidas por el fuego?". (Nehemías 2, 3)
y una carta dirigida a Asaf, el guarda del parque real, para que me dé madera de construcción para las puertas de la ciudadela del templo, para la muralla de la ciudad y la casa en que he de habitar yo". El rey me lo concedió, porque mi Dios me protegía. (Nehemías 2, 8)
Salí, pues, de noche, por la puerta del Valle, me dirigí hacia la fuente del Dragón y luego a la puerta del Muladar, inspeccionando la muralla de Jerusalén destruida y las puertas consumidas por el fuego. (Nehemías 2, 13)
Después les dije: "Ya veis la triste situación en que nos encontramos: Jerusalén destruida, sus puertas consumidas por el fuego. Venid, reconstruyamos la muralla de Jerusalén y no seremos más objeto de escarnio". (Nehemías 2, 17)
Cuando Sambalat, Tobías, Guesen, el árabe, y los demás enemigos nuestros se enteraron de que yo había reconstruido la muralla y no quedaba brecha alguna en ella, aunque todavía no había colocado las hojas de las puertas, (Nehemías 6, 1)
Fui luego a casa de Semayas, hijo de Delayas, nieto de Mehetabel, que estaba impedido. Me dijo: "Vamos al templo de Dios, al interior del santuario. Cerremos bien sus puertas, porque van a venir a matarte; sí, esta noche te vendrán a matar". (Nehemías 6, 10)
Construida la muralla, y después de haber colocado las hojas de las puertas, quedaron encargados de la vigilancia los porteros, los cantores y los levitas. (Nehemías 7, 1)
y les di estas órdenes: "No se abrirán las puertas de Jerusalén hasta que el sol comience ya a calentar; y antes que se ponga, se cerrarán bien echando las barras. Los habitantes de Jerusalén montarán guardia, unos en su puesto y otros delante de su propia casa". (Nehemías 7, 3)
Los porteros: Acub, Talmón y sus hermanos, guardianes de las puertas: ciento sesenta y dos. (Nehemías 11, 19)
Matanías, Bacbuquías y Abdías. Mesulán, Talmón y Acub eran porteros, que hacían guardia en las puertas de los almacenes. (Nehemías 12, 25)
Los sacerdotes y los levitas se purificaron los primeros, y después purificaron al pueblo, las puertas y la muralla. (Nehemías 12, 30)