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contra quienes debía mandar el ejército para aplastar y destruir las fuerzas de Israel y las que quedaban en Jerusalén hasta borrar su memoria de aquel lugar, (I Macabeos 3, 35)
Entonces todas las naciones vecinas se propusieron exterminarlos, diciendo: "No tienen jefe ni ayuda; hagámosles la guerra y borremos su memoria de entre los hombres". (I Macabeos 12, 53)
Las rodeó de grandes columnas, y sobre las columnas colocó panoplias para eterna memoria; y al lado de las panoplias, naves esculpidas, que vieran todos los marineros. (I Macabeos 13, 29)
Debiendo celebrar la purificación del templo el día 25 del mes de quisleu, os lo comunicamos para que también vosotros celebréis los tabernáculos y la memoria del fuego, cuando Nehemías, después de reconstruir el templo y el altar, ofreció sacrificios. (II Macabeos 1, 18)
nos hemos preocupado de proporcionar placer espiritual a los aficionados a leer y de aliviar el trabajo a los que gustan de ejercitar la memoria, y así alguna utilidad a todo el que tome en sus manos el libro. (II Macabeos 2, 25)
Pero, sobre todo, fue admirable la madre, y digna de gloriosa memoria. Ella, viendo muertos a sus siete hijos en el espacio de un día, lo llevaba todo con ánimo grande por la esperanza que tenía en el Señor. (II Macabeos 7, 20)
Encendió sus ánimos con palabras de la ley y los profetas, les trajo a la memoria las batallas ganadas y les infundió valor. (II Macabeos 15, 9)
La memoria del justo es bendecida, y el nombre del injusto es maldecido. (Proverbios 10, 7)
Pues, después de esto, serán un cadáver despreciable y ludibrio para siempre entre los muertos. Porque los destrozará precipitándolos de cabeza y sin hablar; los arrancará de cuajo: serán totalmente asolados, sumergidos en la amargura y perecerá su memoria. (Sabiduría 4, 19)
Arrancó y aniquiló a algunos, e hizo desaparecer hasta su memoria de la tierra. (Eclesiástico 10, 17)
No olvides a tu amigo fiel en tu corazón, ni pierdas su memoria en medio de tus riquezas. (Eclesiástico 37, 6)
Cuando el muerto ya descansa, descanse también su memoria; y consuélate de él después de su partida. (Eclesiástico 38, 23)