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  • Por eso, escucha, Israel, y empéñate en cumplirlos. Así gozarás de bienestar y llegarás a ser muy numeroso en la tierra que mana leche y miel, como el Señor, tu Dios, te lo ha prometido. (Deuteronomio 6, 3)

  • Por eso, mientras vivas, nunca busques su prosperidad y su bienestar. (Deuteronomio 23, 7)

  • Por eso, no entreguen sus hijas a los hijos de ellos ni casen a sus hijos con las hijas de esa gente. No busquen nunca su paz ni su bienestar. Así ustedes llegarán a ser fuertes, comerán los mejores frutos de la tierra, y la dejarán en herencia a sus hijos para siempre’. (Esdras 9, 12)

  • Porque Mardoqueo, el judío, era el segundo después del rey Asuero. Los judíos lo consideraban un gran hombre y era amado por la multitud de sus hermanos; él procuraba el bienestar de su pueblo y promovía la felicidad de toda su estirpe. (Ester 10, 3)

  • Mientras vivió Simón, el país de Judá gozó de paz. Él procuró el bienestar de la nación; su autoridad y su magnificencia fueron siempre aceptadas por todos. (I Macabeos 14, 4)

  • Los ancianos se sentaban en las plazas, todos comentaban el bienestar reinante, y los jóvenes iban vestidos con vistosos uniformes militares. (I Macabeos 14, 9)

  • Yo me dije a mí mismo: "Ven, te haré experimentar el placer; goza del bienestar". Pero también esto es vanidad. (Eclesiastés 2, 1)

  • Yo comprendí que lo único bueno para el hombre es alegrarse y buscar el bienestar en la vida. (Eclesiastés 3, 12)

  • Después de todo, que un hombre coma y beba y goce del bienestar con su esfuerzo, eso es un don de Dios. (Eclesiastés 3, 13)

  • un hombre está completamente solo, no tiene hijo ni hermano, pero nunca pone fin a su esfuerzo ni se sacia de ambicionar riquezas. Entonces, ¿para quién me esfuerzo y me privo del bienestar? También esto es vanidad y una tarea ingrata. (Eclesiastés 4, 8)

  • La corona de la sabiduría es el temor del Señor: ella hace florecer el bienestar y la buena salud. (Eclesiástico 1, 18)

  • Mi amargura se cambió en bienestar: tú has preservado mi vida de la fosa del aniquilamiento, porque has arrojado detrás de tus espaldas todos mis pecados. (Isaías 38, 17)


“Para mim, Deus está sempre fixo na minha mente e estampado no meu coração.” São Padre Pio de Pietrelcina