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¡Griten de alegría, cielos, regocíjate, tierra! ¡Montañas, prorrumpan en gritos de alegría, porque el Señor consuela a su pueblo y se compadece de sus pobres! (Isaías 49, 13)
Yo visto los cielos de negro y los cubro con ropa de luto. (Isaías 50, 3)
¡Espántense de esto, cielos, horrorícense y queden paralizados! -oráculo del Señor-. (Jeremías 2, 12)
Miro a la tierra, y es un caos, a los cielos, y ya no tienen su luz. (Jeremías 4, 23)
A causa de esto, el país estará de duelo y se oscurecerán los cielos en lo alto, porque yo hablé y no me arrepentiré, lo decidí y no me retractaré. (Jeremías 4, 28)
Los expondrán ante el sol y la luna, y ante todo el Ejército de los cielos, a los que ellos amaron y sirvieron, a los que ellos siguieron y consultaron, y ante los cuales se postraron. Y no serán recogidos ni enterrados, sino que se convertirán en estiércol sobre la superficie del suelo. (Jeremías 8, 2)
Las casas de Jerusalén y las casas de los reyes de Judá serán impuras como el lugar de Tófet: sí, todas esas casas sobre cuyos techos se quemó incienso a todo el Ejército de los cielos y se derramaron libaciones a otros dioses. (Jeremías 19, 13)
Así habla el Señor: Si se pudieran medir los cielos en lo alto y explorar aquí abajo los cimientos de la tierra, también yo rechazaría a la descendencia de Israel a causa de todo lo que hicieron -oráculo del Señor-. (Jeremías 31, 37)
Por el contrario, llevaremos a cabo la promesa que ha salido de nuestra boca: quemaremos incienso a la Reina de los cielos y le haremos libaciones, como lo hacíamos nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros príncipes, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén. Entonces nos saciábamos de pan, éramos felices y no veíamos la desgracia. (Jeremías 44, 17)
Pero desde que dejamos de quemar incienso a la Reina de los cielos y de derramarle libaciones, carecemos de todo y desapareceremos completamente por la espada y el hambre". (Jeremías 44, 18)
Y las mujeres añadieron: "Cuando nosotros quemamos incienso a la Reina de los cielos y le derramamos libaciones, ¿acaso hacemos tortas con su figura y le derramamos libaciones sin el consentimiento de nuestros maridos?". (Jeremías 44, 19)
Así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Ustedes, las mujeres, con su boca han declarado esto, y con sus manos lo han llevado a cabo: ‘Cumpliremos nuestros votos de quemar incienso a la Reina de los cielos y derramarle libaciones’. Muy bien: ¡cumplan sus votos, hagan libaciones! (Jeremías 44, 25)