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Aún no había dado media vuelta cuando le dijo: «Vuelve adonde Godolías, hijo de Ajicam, hijo de Safán, a quien el rey de Babilonia ha encargado de las ciudades de Judá, y quédate a vivir con él entre esta gente. En suma, vete adonde mejor te acomode.» Luego el jefe de la guardia le proporcionó algunos víveres y ayuda de costa y le despidió. (Jeremías 40, 5)
Por mi parte, aquí me tenéis establecido en Mispá, para responder a los caldeos que vengan a nosotros; y vosotros cosechad vino, mieses y aceite, metedlo en vuestras vasijas, y vivid en las ciudades que hayáis recuperado.» (Jeremías 40, 10)
Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Vosotros habéis visto la calamidad que he acarreado a Jerusalén y a todas las ciudades de Judá, y ahí las tenéis arruinadas hoy en día, sin que haya en ellas habitante, (Jeremías 44, 2)
Derramóse mi cólera y mi ira y ardió en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que fueron reducidas a ruinas desoladas, como lo están hoy día. (Jeremías 44, 6)
sino que cumpliremos precisamente cuanto tenemos prometido, que es quemar incienso a la Reina de los Cielos y hacerle libaciones, como venimos haciendo nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros jefes en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que nos hartábamos de pan, éramos felices y ningún mal nos sucedía. (Jeremías 44, 17)
«¿No es aquel incienso que ofrecíais en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén vosotros y vuestros padres, vuestros reyes y jefes y el pueblo de la tierra lo que ha recordado Yahveh y le ha venido a las mientes? (Jeremías 44, 21)
Viene el devastador a todas las ciudades, y ni una ciudad se salva. Y se pierde el valle, y es asolada la meseta: tal ha dicho Yahveh. (Jeremías 48, 8)
Dad alas, a Moab, porque ha de salir volando, y sus ciudades se volverán desolación sin nadie que las habite. (Jeremías 48, 9)
Moab está devastado; han escalado sus ciudades, y la flor de sus mancebos bajaron a la matanza - oráculo del Rey cuyo nombre es Yahveh Sebaot. (Jeremías 48, 15)
a Queriyyot, a Bosrá y a todas las ciudades de la tierra de Moab, las lejanas y las cercanas. (Jeremías 48, 24)
«Dejad las ciudades y acomodaos en la peña, habitantes de Moab, sed como la paloma cuando anida en las paredes de las simas...» (Jeremías 48, 28)
A los ammonitas. Así dice Yahveh: ¿Hijos no tiene Israel? ¿o heredero no tiene? Entonces ¿por qué ha heredado Milkom a Gad, y su pueblo en las ciudades de éste habita? (Jeremías 49, 1)