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A partir de éstos se hizo la repartición de las naciones en las islas: cada uno con su tierra según su lengua y su nación, según su familia. (Génesis 10, 5)
Toda la tierra hablaba una misma lengua y usaba las mismas palabras. (Génesis 11, 1)
dijo: "He aquí que todos forman un solo pueblo y hablan una misma lengua, y éste es sólo el principio de sus empresas. Nada les impedirá llevar a cabo todo lo que se propongan. (Génesis 11, 6)
Por eso se la llamó Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de todos los habitantes de la tierra y los dispersó por toda su superficie. (Génesis 11, 9)
Moisés dijo al Señor: "Señor, yo no tengo facilidad de palabra, ni anteriormente, ni desde que hablas a tu siervo; soy tardo en el hablar y torpe de lengua". (Exodo 4, 10)
El Señor hará venir contra ti un pueblo lejano, desde los confines de la tierra, veloz como el águila, de lengua desconocida para ti; (Deuteronomio 28, 49)
El espíritu del Señor ha hablado por mí, y su palabra está en mi lengua. (II Samuel 23, 2)
En tiempo de Artajerjes, Bislán, Mitrídates, Tabeel y sus demás colegas hicieron otra denuncia a Artajerjes, rey de Persia. El documento estaba escrito en caracteres arameos y en lengua aramea. (Esdras 4, 7)
La mitad de sus hijos hablaban asdodeo o la lengua de otros pueblos y no sabían hablar judío. (Nehemías 13, 24)
escribió cartas a todas las provincias de su enorme imperio, a cada provincia en su escritura y a cada pueblo en su lengua, ordenando que en las casas mandaran los maridos. (Ester 1, 22)
El trece del primer mes, el de nisán, fueron convocados los secretarios del rey para sacar copias de las órdenes reales y mandarlas a todos los sátrapas del rey, a los gobernadores de las provincias y a los jefes de cada pueblo, según la escritura de cada provincia y la lengua de cada pueblo. Las copias fueron firmadas en nombre del rey Asuero y selladas con su anillo real. (Ester 3, 12)
El día veintitrés del tercer mes, el mes de siván, fueron convocados los amanuenses del rey para escribir cartas, como quiso Mardoqueo, a los judíos, a los sátrapas, a los gobernadores y a los jefes de las ciento veintisiete provincias que se extienden desde India a Etiopía. A cada provincia en su escritura, y a cada pueblo en su lengua; a los judíos también en su escritura y en su lengua. (Ester 8, 9)