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Isaac llamó a Jacob, le bendijo y le dio esta orden: "No te cases con una cananea. (Génesis 28, 1)
Así despidió Isaac a Jacob, y éste se fue a Padán Arán, a casa de Labán, hijo de Betuel, el arameo, y hermano de Rebeca, madre de Esaú y Jacob. (Génesis 28, 5)
Esaú vio que Isaac había bendecido a Jacob y le había enviado a Padán Arán para que se casara allí, y que al bendecirle le había dado esta orden: "No te cases con una cananea"; (Génesis 28, 6)
y que Jacob, obedeciendo a su padre y a su madre, había partido para Padán Arán. (Génesis 28, 7)
Jacob salió de Berseba con dirección a Jarán. (Génesis 28, 10)
Jacob se despertó de su sueño y dijo: "Ciertamente el Señor está en este lugar y yo no lo sabía". (Génesis 28, 16)
Jacob hizo esta promesa: "Si Dios está conmigo, me protege en este viaje que estoy haciendo y me da pan para comer, vestidos para cubrirme (Génesis 28, 20)
Jacob se puso de nuevo en camino y llegó a la tierra de los orientales. (Génesis 29, 1)
Jacob les dijo: "Hermanos míos, ¿de dónde sois?". Respondieron: "Somos de Jarán". (Génesis 29, 4)
Jacob, al ver a Raquel, hija de Labán, su tío, con las ovejas de Labán, hermano de su madre, se acercó, quitó la piedra de la boca del pozo y abrevó las ovejas de su tío Labán. (Génesis 29, 10)
Cuando Labán oyó que había llegado su sobrino Jacob, corrió a su encuentro, lo abrazó, lo besó y lo llevó a su casa. Jacob contó a Labán todo lo sucedido. (Génesis 29, 13)
Labán le dijo: "¡En verdad, tú eres hueso mío y carne mía!". Y Jacob se quedó con él. Pasado un mes, (Génesis 29, 14)