Fundar 229 Resultados para: ofrenda

  • dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año, para el sacrificio de reconciliación. Ésta fue la ofrenda de Nasón, hijo de Aminadab. (Números 7, 17)

  • El segundo día hizo su ofrenda Natanael, hijo de Suar, jefe de Isacar. (Números 7, 18)

  • Ofreció una bandeja de plata de kilo y medio de peso; un jarrón de plata de ochocientos cincuenta gramos según el peso del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la ofrenda; (Números 7, 19)

  • dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año, para el sacrificio de reconciliación. Ésta fue la ofrenda de Natanael, hijo de Suar. (Números 7, 23)

  • El tercer día hizo su ofrenda Eliab, hijo de Jelón, jefe de los hijos de Zabulón. (Números 7, 24)

  • Ofreció una bandeja de plata de kilo y medio de peso; un jarrón de plata de ochocientos cincuenta gramos según el peso del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la ofrenda; (Números 7, 25)

  • dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos, cinco corderos de un año, para el sacrificio de reconciliación. Ésta fue la ofrenda de Eliab, hijo de Jelón. (Números 7, 29)

  • El cuarto día hizo su ofrenda Elisur, hijo de Sedeur, jefe de los hijos de Rubén. (Números 7, 30)

  • Ofreció una bandeja de plata de kilo y medio de peso; un jarrón de plata de ochocientos cincuenta gramos según el peso del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la ofrenda; (Números 7, 31)

  • dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos, cinco corderos de un año, para el sacrificio de reconciliación. Ésta fue la ofrenda de Elisur, hijo de Sedeur. (Números 7, 35)

  • El quinto día hizo su ofrenda Selumiel, hijo de Surisaday, jefe de los hijos de Simeón. (Números 7, 36)

  • Ofreció una bandeja de plata de kilo y medio de peso; un jarrón de plata de ochocientos cincuenta gramos según el peso del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la ofrenda; (Números 7, 37)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina