Löydetty 501 Tulokset: Cielo

  • Los hombres de Hay miraron atrás y vieron el humo que de la ciudad subía hacia el cielo y, al mismo tiempo, los israelitas se detuvieron en su huida para volverse contra ellos. (Josué 8, 20)

  • Mientras huían, Yavé hizo caer piedras desde el cielo sobre ellos hasta Azecá, matándolos. Y fueron más los que perecieron por la granizada que los muertos por la espada de los israelitas. (Josué 10, 11)

  • Y el sol se detuvo y la luna se paró hasta que el pueblo hubo tomado desquite de sus enemigos. Así está escrito en el Libro del Justo. El sol se detuvo en medio del cielo y no se apresuró a ponerse casi un día entero. (Josué 10, 13)

  • Y sucedió esto a la vista de Manoaj y su esposa: cuando la llama subía del altar hacia el cielo, el Angel de Yavé subió también en la llama. Al verlo, Manoaj y su mujer cayeron rostro en tierra. (Jueces 13, 20)

  • Entonces, la señal de humo comenzó a subir de la ciudad y Benjamín, mirando atrás, vio que las llamas de toda la ciudad subían al cielo. (Jueces 20, 40)

  • Los que no murieron fueron atacados de tumores y los gritos de angustia de cada ciudad llegaban hasta el cielo. (1 Samuel 5, 12)

  • Absalón iba montado en su mula, cuando se encontró con los hombres de David. Al tratar de pasar el animal por debajo de una encina, se le enredó el cabello a Absalón en las ramas, quedando colgado entre cielo y tierra mientras la mula seguía su camino. (2 Samuel 18, 9)

  • Cuando se terminó la construcción de la Casa, Salomón le puso un cielo raso de artesones sobre vigas de cedro. (1 Reyes 6, 9)

  • Las soleras eran cuarenta y cinco en total, o sea, tres filas de quince. Estaban puestas sobre las columnas y soportaban un cielo de cedro. (1 Reyes 7, 3)

  • Entonces Salomón se puso ante el altar de Yavé, en presencia de toda la asamblea de Israel. Extendió sus manos al cielo (1 Reyes 8, 22)

  • y dijo: «Yavé, Dios de Israel, no hay Dios semejante a ti, ni en el cielo, ni en la tierra. Tú eres fiel a tu alianza y tienes compasión con tus siervos cuando te sirven con sinceridad. (1 Reyes 8, 23)

  • escúchalos desde el cielo y perdona el pecado de Israel. Devuélvelos a la tierra de sus padres. (1 Reyes 8, 34)


“Quanto maiores forem os dons, maior deve ser sua humildade, lembrando de que tudo lhe foi dado como empréstimo.”(Pe Pio) São Padre Pio de Pietrelcina