Löydetty 121 Tulokset: santos
a los santos y creyentes que viven en Colosas, verdaderos hermanos míos en Cristo: Reciban gracia y paz de Dios nuestro Padre. (Carta a los Colosenses 1, 2)
por lo que hemos sabido de su fe en Cristo Jesús y de su caridad para con todos los santos. (Carta a los Colosenses 1, 4)
Y que den gracias al Padre que nos preparó para recibir nuestra parte en la herencia reservada a los santos en su reino de luz. (Carta a los Colosenses 1, 12)
Pero con su muerte Cristo los reconcilió y los integró a su mismo ser humano mortal, de modo que ahora son santos, sin culpa ni mancha ante él. (Carta a los Colosenses 1, 22)
su plan misterioso que permaneció secreto durante siglos y generaciones. Este secreto acaba de ser revelado a sus santos. (Carta a los Colosenses 1, 26)
Pónganse, pues, el vestido que conviene a los elegidos de Dios, sus santos muy queridos: la compasión tierna, la bondad, la humildad, la mansedumbre, la paciencia. (Carta a los Colosenses 3, 12)
Ustedes son testigos, y Dios también, de que nos portamos como santos, como hombres buenos y correctos respecto de todos ustedes que ahora creen. (1º Carta a los Tesalonicenses 2, 10)
Que él los fortalezca interiormente para que sean santos e irreprochables delante de Dios, nuestro Padre, el día que venga Jesús, nuestro Señor, con todos sus santos. (1º Carta a los Tesalonicenses 3, 13)
la voluntad de Dios es que se hagan santos y que rehúyan la libertad sexual. (1º Carta a los Tesalonicenses 4, 3)
Que el Dios de la paz los haga santos en toda su persona. Que se digne guardarlos sin reproche, en su espíritu, su alma y su cuerpo, hasta la venida de Cristo Jesús, nuestro Señor. (1º Carta a los Tesalonicenses 5, 23)
Vendrá aquel día para ser glorificado en la persona de sus santos y para que todos admiren su obra en los que creyeron, entre los que están ustedes, que acogieron nuestro testimonio. (2º Carta a los Tesalonicenses 1, 10)
y recomendada por sus buenas obras: si educó a sus hijos, dio hospitalidad y sirvió humildemente a los santos, socorrió a los que sufren. En pocas palabras, que se haya dedicado a hacer el bien. (1º Carta a Timoteo 5, 10)