Löydetty 132 Tulokset: furor

  • El Señor, que es compasivo, los perdonaba en lugar de exterminarlos; una y otra vez reprimió su enojo y no dio rienda suelta a su furor: (Salmos 78, 38)

  • Lanzó contra ellos el ardor de su enojo, su ira, su furor y su indignación -un tropel de mensajeros de desgracias- (Salmos 78, 49)

  • dando así libre curso a su furor; no los quiso librar de la muerte, hizo que la peste acabara con sus vidas. (Salmos 78, 50)

  • Derrama tu furor sobre las naciones que no te reconocen, y sobre los reinos que no invocan tu Nombre, (Salmos 79, 6)

  • ¡Que perezcan ante el furor de tu mirada los que le prendieron fuego y la talaron! (Salmos 80, 17)

  • ¿Hasta cuándo, Señor? ¿Te ocultarás para siempre? ¿Arderá tu furor como el fuego? (Salmos 89, 47)

  • a causa de tu indignación y tu furor, porque me alzaste en alto y me arrojaste. (Salmos 102, 11)

  • nos habrían devorado vivos. Cuando ardió su furor contra nosotros, (Salmos 124, 3)

  • Si camino entre peligros, me conservas la vida, extiendes tu mano contra el furor de mi enemigo, y tu derecha me salva. (Salmos 138, 7)

  • Así formaron una fuerza armada que comenzó a descargar su ira contra los pecadores y su furor contra los impíos. Los demás tuvieron que salvarse, huyendo a las naciones extranjeras. (I Macabeos 2, 44)

  • Cuando la vida de Matatías llegaba a su fin, este dijo a sus hijos: "Ahora reinan la insolencia y el ultraje, es tiempo de perturbación y de furor desencadenado. (I Macabeos 2, 49)

  • Como la multitud estaba muy excitada y había llegado al colmo de su furor, Lisímaco armó cerca de tres mil hombres e inició una violenta represión, poniendo al frente a un tal Arauno, hombre avanzado en edad no menos que en falta de juicio. (II Macabeos 4, 40)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina