Löydetty 91 Tulokset: Absalón/page/3

  • el segundo, Kilab, de Abigaíl, mujer de Nabal del Carmelo; el tercero, Absalón, hijo de Macá, la hija de Talmay, rey de Guesur; (II Samuel 3, 3)

  • Absalón, hijo de David, tenía una hermana que era muy bella. Se llamaba Tamar. Amnón, hijo de David, se enamoró de ella. (II Samuel 13, 1)

  • Y le dijo: "¿Por qué estás cada día más macilento, hijo del rey? ¿No quieres explicármelo?". Amnón le respondió: "Es que estoy enamorado de Tamar, la hermana de mi hermano Absalón". (II Samuel 13, 4)

  • Su hermano Absalón le dijo: "¿Ha estado contigo tu hermano Amnón? Por el momento, hermana mía, guarda silencio; es tu hermano. No tomes a pecho este asunto". Tamar se quedó, desolada, en casa de su hermano Absalón. (II Samuel 13, 20)

  • Absalón no dirigió la palabra a Amnón, ni para bien ni para mal, pues lo odiaba por haber violado a su hermana Tamar. (II Samuel 13, 22)

  • Al cabo de dos años, Absalón tenía los esquiladores en Baal Jasor, cerca de Efraín, e invitó a todos los hijos del rey. (II Samuel 13, 23)

  • Absalón se presentó al rey y le dijo: "Mira, tu siervo está haciendo el esquileo. Que el rey y sus servidores se dignen venir a la casa de tu siervo". (II Samuel 13, 24)

  • El rey respondió: "No, hijo mío, no iremos todos, por no serte gravosos". Absalón insistió; pero él no quiso ir, y lo bendijo. (II Samuel 13, 25)

  • Absalón dijo: "Permite, al menos, que venga con nosotros mi hermano Amnón". El rey respondió: "¿Por qué ha de ir contigo?". (II Samuel 13, 26)

  • Pero Absalón le insistió, y el rey dejó ir a Amnón y a todos los hijos del rey. Absalón había preparado un gran banquete, un banquete regio, (II Samuel 13, 27)

  • Los servidores de Absalón hicieron con Amnón lo que Absalón les había ordenado. Entonces todos los hijos del rey montaron cada uno en su mulo y huyeron. (II Samuel 13, 29)

  • Todavía estaban de camino, cuando llegó a David este rumor: "Absalón ha matado a todos los hijos del rey; no ha quedado ni uno solo". (II Samuel 13, 30)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina