Löydetty 85 Tulokset: caballo rojo

  • Saqué de Egipto a vuestros padres, y llegasteis al mar; los egipcios persiguieron a vuestros padres con carros y caballos hasta el mar Rojo. (Josué 24, 6)

  • porque cuando venía de Egipto, cruzó el desierto hasta el mar Rojo y llegó a Cades. (Jueces 11, 16)

  • El rey Salomón construyó, además, una flota en Esyón Guéber, junto a Elat, en la costa del mar Rojo, en el territorio de Edón. (I Reyes 9, 26)

  • Un carro por seiscientas monedas de plata, y un caballo por ciento cincuenta. Por el mismo precio los mercaderes se lo vendían también a los reyes hititas y sirios. (I Reyes 10, 29)

  • Cada uno mató al que se le puso delante. Los sirios se dieron a la fuga, perseguidos por los israelitas, y Ben Hadad, rey de Siria, logró salvarse a caballo con algunos jinetes. (I Reyes 20, 20)

  • Un carro por 600 monedas de plata y un caballo por 150. Por el mismo precio los mercaderes se los vendían también a los reyes hititas y sirios. (II Crónicas 1, 17)

  • Pues me había avergonzado de solicitar del rey tropa y gente de a caballo para protegernos de eventuales enemigos durante el viaje, después de haber hablado al rey en estos términos: "La mano de nuestro Dios se extiende para bendecir a todos los que lo buscan; su poder y su furor caen sobre todos los que lo abandonan". (Esdras 8, 22)

  • Luego me levanté de noche, con unos cuantos hombres, sin manifestar a nadie lo que por inspiración divina iba a hacer por Jerusalén, llevando sólo el caballo que yo montaba. (Nehemías 2, 12)

  • Tú viste la aflicción de nuestros padres en Egipto y escuchaste su clamor junto al mar Rojo; (Nehemías 9, 9)

  • Conforme a las órdenes recibidas de su señor, contó ciento veinte mil guerreros escogidos para la lucha y doce mil arqueros de a caballo, (Judit 2, 15)

  • Pero Dios secó el mar Rojo ante ellos (Judit 5, 13)

  • que se le pongan vestiduras como las que usa el rey, que se suba a un caballo como los que monta el rey, con una corona real en la cabeza. (Ester 6, 8)


“Todas as graças que pedimos no nome de Jesus são concedidas pelo Pai eterno.” São Padre Pio de Pietrelcina