Löydetty 2738 Tulokset: casa de Israel

  • Y mientras vivía en esta tierra, Rubén fue y se acostó con Bihlá, la concubina de su padre, de lo cual se enteró Israel. Los hijos de Israel fueron doce. (Génesis 35, 22)

  • Hijos de Lía: Rubén, el primogénito de Israel; Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón. (Génesis 35, 23)

  • Hijos de Zilpa, la sierva de Lía: Gad y Aser. Éstos fueron los hijos que le nacieron a Israel en Padán Arán. (Génesis 35, 26)

  • Jacob llegó a casa de Isaac, su padre, en Mambré, a la ciudad de Arba, o sea Hebrón, donde habitaron Abrahán e Isaac. (Génesis 35, 27)

  • Esaú tomó después a sus mujeres y a sus hijos e hijas y a todas las personas de su casa, todo su ganado y todos los bienes adquiridos por él en el país de Canaán, y se fue a otro país lejos de Jacob, su hermano, (Génesis 36, 6)

  • Israel amaba a José más que a todos sus hijos, porque era el hijo de su ancianidad, y le hizo una túnica con mangas largas. (Génesis 37, 3)

  • Israel dijo a José: "Tus hermanos están pastoreando las ovejas en Siquén; ven, que quiero que vayas donde ellos". Él respondió: "Aquí me tienes". (Génesis 37, 13)

  • Por entonces Judá se separó de sus hermanos y se fue a casa de un adulamita, llamado Jirá. (Génesis 38, 1)

  • Entonces Judá dijo a su nuera: "Vuelve como viuda a la casa de tu padre, hasta que se haga mayor mi hijo Selá". Él se decía: "No sea que muera también él como sus hermanos". Tamar volvió a casa de su padre. (Génesis 38, 11)

  • El Señor estaba con José y todo le salía bien; y se quedó en la casa de su dueño, el egipcio. (Génesis 39, 2)

  • José halló gracia a sus ojos, y así fue incorporado al servicio de su dueño, quien le hizo mayordomo de su casa, confiándole todo cuanto tenía. (Génesis 39, 4)

  • Desde el momento en que le puso al frente de su casa y de todo cuanto tenía, el Señor bendijo la casa del egipcio en consideración a José. La bendición del Señor alcanzó a todo cuanto poseía, tanto en la casa como en el campo. (Génesis 39, 5)


“Quanto maiores forem os dons, maior deve ser sua humildade, lembrando de que tudo lhe foi dado como empréstimo.” São Padre Pio de Pietrelcina