Löydetty 23 Tulokset: consagración sacerdotal
no se contaminará ni con el cadáver de su padre, ni de su madre, ni de su hermano, ni de su hermana, puesto que lleva sobre sí la consagración a su Dios. (Números 6, 7)
Éstas fueron las ofrendas de los jefes de Israel para la consagración del altar el día de su unción: doce bandejas de plata, doce jarrones de plata, doce vasos de oro; (Números 7, 84)
total de animales para el sacrificio de reconciliación: veinticuatro bueyes, sesenta carneros, sesenta machos cabríos y sesenta corderos de un año. Éstas fueron las ofrendas para la consagración del altar cuando fue ungido. (Números 7, 88)
Micá le dio la investidura sacerdotal, de forma que el joven le hizo de sacerdote y vivió en su casa. (Jueces 17, 12)
Entonces el superviviente de tu casa vendrá a postrarse ante él pidiéndole una moneda de plata y una torta de pan, y dirá: Admíteme, por favor, en cualquier oficio sacerdotal, para que tenga un pedazo de pan que comer". (I Samuel 2, 36)
A Nob, ciudad sacerdotal, Saúl la pasó a espada: hombres y mujeres, niños, hasta los de pecho, bueyes, asnos y ovejas. (I Samuel 22, 19)
Teme al Señor y honra al sacerdote, y dale su parte como te fue prescrito: las primicias, sacrificio de reparación, el lomo reservado, el sacrificio de consagración y las primicias de las cosas santas. (Eclesiástico 7, 31)
Le puso corona de oro sobre la mitra, una diadema con la inscripción de la consagración: "Santidad". Ornamento de honor, obra magnífica, placer de los ojos, obra de perfecta belleza. (Eclesiástico 45, 12)
Pero ahora, libres del pecado y al servicio de Dios, tenéis como fruto la consagración a Dios y como resultado final la vida eterna. (Romanos 6, 22)
Hermanos míos, ya que tenemos estas promesas, purifiquémonos de todo lo que mancha el cuerpo o el espíritu, perfeccionando nuestra consagración en el temor de Dios. (II Corintios 7, 1)
Pero temo que, como la serpiente engañó con su astucia a Eva, pervierta también vuestros pensamientos y os apartéis de la fidelidad y de la consagración a Cristo. (II Corintios 11, 3)