1. Hazme justicia, oh Dios, y defiende mi causa del hombre sin piedad; de la gente tramposa y depravada líbrame, tú, Señor.

2. Si tú eres el Dios de mi refugio: ¿por qué me desamparas? ¿por qué tengo que andar tan afligido bajo la presión del enemigo?

3. Envíame tu luz y tu verdad: que ellas sean mi guía y a tu santa montaña me conduzcan, al lugar donde habitas.

4. Al altar de Dios me acercaré, al Dios de mi alegría; jubiloso con arpa cantaré al Señor, mi Dios.

5. ¿Qué tienes alma mía, qué te abate, por qué gimes en mí? Confía en Dios, que aún le cantaré a mi Dios salvador.





“Que Maria sempre enfeite sua alma com as flores e o perfume de novas virtudes e coloque a mão materna sobre sua cabeça. Fique sempre e cada vez mais perto de nossa Mãe celeste, pois ela é o mar que deve ser atravessado para se atingir as praias do esplendor eterno no reino do amanhecer.” São Padre Pio de Pietrelcina