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  • por la mañana temprano, cuando salga el sol, te levantas y te lanzas contra la ciudad. Y cuando salga Gaal a tu encuentro con su gente, harás con él lo que quieras.» (Jueces 9, 33)

  • En toda la tierra de Israel no había herreros, ya que los filisteos habían tomado esta precaución, para que los hebreos no hicieran espadas ni lanzas. (1 Samuel 13, 19)

  • Joyada entregó a los oficiales las lanzas y escudos del rey David que estaban en la casa de Yavé (2 Reyes 11, 10)

  • En todas estas ciudades había escudos y lanzas, y las hizo sumamente fuertes. Judá y Benjamín reconocían su autoridad. (2 Crónicas 11, 12)

  • Edificaron y prosperaron. Asá tenía un ejército de trescientos mil hombres de Judá, que llevaban escudos grandes y lanzas, y doscientos ochenta mil de Benjamín, que llevaban el escudo pequeño y eran arqueros, todos ellos esforzados guerreros. (2 Crónicas 14, 7)

  • El sacerdote Joyadá entregó a los jefes de cien lanzas y los escudos grandes y pequeños del rey David que se encontraban en la Casa de Dios, (2 Crónicas 23, 9)

  • Ozías proporcionó a todo aquel ejército escudos, lanzas, cascos, corazas, arcos y hondas para tirar piedras. (2 Crónicas 26, 14)

  • Entonces ordené que la gente se colocara detrás de la muralla, ahí donde tenía menos altura; los dispuse por familias, a cada uno con sus espadas, lanzas y arcos. (Nehemías 4, 7)

  • Pero desde ese día, sólo la mitad de mis hombres tomaba parte en el trabajo; la otra mitad, con arcos, lanzas, escudos y corazas, estaba detrás de los nuestros. (Nehemías 4, 10)

  • Persiguió a Arfaxad hasta las montañas de Ragau y lo atravesó con sus lanzas, acabando con él. (Judit 1, 15)

  • Este pueblo de los hijos de Israel confía más en las alturas de las montañas que habitan, y donde no es tan fácil subir, que en sus lanzas. (Judit 7, 10)

  • Mira la muchedumbre de los asirios; están orgullosos de sus caballos y jinetes, alaban la fortaleza de sus infantes, confían en sus escudos y en sus lanzas, en sus arcos y en sus hondas, pero no reconocen que tú eres el Señor, el que decide las guerras. (Judit 9, 7)


“Todas as graças que pedimos no nome de Jesus são concedidas pelo Pai eterno.” São Padre Pio de Pietrelcina