Trouvé 87 Résultats pour: armas

  • Recogieron cuidadosamente las armas de los enemigos y las depositaron en lugares estratégicos, llevando a Jerusalén el resto del botín. (II Macabeos 8, 31)

  • En efecto, después de haber entrado en la ciudad llamada Persépolis, intentó saquear el templo y apoderarse de la ciudad. Pero el pueblo se amotinó y se defendió con las armas. Antíoco, derrotado por la gente del país, tuvo que emprender una vergonzosa retirada. (II Macabeos 9, 2)

  • Llevando todo a feliz término, con las armas en la mano, logró matar en las dos fortalezas a más de veinte mil hombres. (II Macabeos 10, 23)

  • Timoteo, que ya antes había sido derrotado por los judíos, después de reclutar numerosas tropas extranjeras y de reunir una considerable cantidad de caballos traídos de Asia, se presentó con la intención de conquistar Judea por las armas. (II Macabeos 10, 24)

  • Al terminar la súplica, empuñaron las armas y avanzaron un buen trecho fuera de la ciudad. Cuando estuvieron cerca de sus enemigos, se detuvieron. (II Macabeos 10, 27)

  • Esos hombres colocaron al Macabeo en medio de ellos y, cubriéndolo con sus armas, lo hicieron invulnerable, mientras arrojaban flechas y rayos contra los adversarios. Estos, enceguecidos por el resplandor, se dispersaron en el más completo desorden. (II Macabeos 10, 30)

  • El propio Macabeo, que fue el primero en empuñar las armas, exhortó a los demás a afrontar el peligro junto con él, a fin de salvar a sus hermanos. Todos se lanzaron al combate con gran entusiasmo (II Macabeos 11, 7)

  • y, cuando todavía estaban cerca de Jerusalén, apareció al frente de ellos un jinete con vestiduras blancas y esgrimiendo armas de oro. (II Macabeos 11, 8)

  • La mayoría de estos escaparon heridos y sin armas, y el mismo Lisias se salvó huyendo vergonzosamente. (II Macabeos 11, 12)

  • Él replicó: "También yo soy soberano en la tierra y ordeno empuñar las armas para servir al rey". Sin embargo, no llegó a realizar su funesto designio. (II Macabeos 15, 5)

  • Entonces el Macabeo, al ver las tropas que tenía delante, la variedad de las armas con que estaban equipadas y la ferocidad de los elefantes, extendió las manos hacia el cielo e invocó al Señor que hace prodigios, porque sabía muy bien que no es por medio de las armas, sino de la manera como él lo decide, que otorga la victoria a los que la merecen. (II Macabeos 15, 21)

  • porque muy pronto un hombre irreprochable salió en su defensa, con las armas de su propio ministerio: la oración y el incienso expiatorio. Él afrontó la cólera divina y puso fin a la calamidad, demostrando así que era tu servidor. (Sabiduría 18, 21)


“Se precisamos ter paciência para suportar os defeitos dos outros, quanto mais ainda precisamos para tolerar nossos próprios defeitos!” São Padre Pio de Pietrelcina