Trouvé 602 Résultats pour: las plagas de Egipto

  • Además, ordénales que lleven de Egipto algunos carros para sus niños y sus mujeres, y para trasladar a su padre. (Génesis 45, 19)

  • Diles que no se preocupen por las cosas que dejan, porque lo mejor de todo el territorio de Egipto será para ustedes". (Génesis 45, 20)

  • También envió a su padre diez asnos cargados con los mejores productos de Egipto, y diez asnas cargadas de cereales, de pan y de víveres para el viaje. (Génesis 45, 23)

  • Ellos salieron de Egipto y llegaron a la tierra de Canaán, donde se encontraba su padre Jacob. (Génesis 45, 25)

  • Cuando le anunciaron que José estaba vivo y era el gobernador de todo Egipto, Jacob no se conmovió, porque no les podía creer. (Génesis 45, 26)

  • Dios continuó: "Yo soy Dios, el Dios de tu padre. No tengas miedo de bajar a Egipto, porque allí haré de ti una gran nación. (Génesis 46, 3)

  • Yo bajaré contigo a Egipto, y después yo mismo te haré volver; y las manos de José cerrarán tus ojos". (Génesis 46, 4)

  • Ellos se llevaron también su ganado y las posesiones que habían adquirido en Canaán. Así llegaron a Egipto, Jacob y toda su familia (Génesis 46, 6)

  • Los nombres de los hijos de Israel -o sea, Jacob y sus hijos- que emigraron a Egipto son los siguientes: Rubén el primogénito de Jacob, (Génesis 46, 8)

  • En Egipto, José fue padre de Manasés y Efraím, los hijos que le dio Asnat, la hija de Potifera, sacerdote de la ciudad de On. (Génesis 46, 20)

  • Toda la familia de Jacob que emigró a Egipto -sus propios descendientes, sin contar a las mujeres de sus hijos- sumaban un total de sesenta y seis personas. (Génesis 46, 26)

  • Incluyendo a José y a los dos hijos que este tuvo en Egipto, toda la familia de Jacob, cuando emigró a Egipto, sumaba un total de setenta personas. (Génesis 46, 27)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina