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Por más que te laves con potasa y no mezquines la lejía, permanecerá la mancha de tu iniquidad ante mí -oráculo del Señor-. (Jeremías 2, 22)
¿Por qué me recriminan, si todos ustedes se han rebelado contra mí? -oráculo del Señor-. (Jeremías 2, 29)
La palabra del Señor llegó a mí en estos términos: Si un hombre repudia a su mujer y ella, al irse de su lado, llega a ser la mujer de otro, ¿puede aquel volver de nuevo a ella? ¿No está acaso esa mujer irremediablemente mancillada? Y tú, que te has prostituido con tantos amantes, ¿podrás volver a mí? -oráculo del Señor-. (Jeremías 3, 1)
A pesar de todo esto, su hermana, la traidora Judá, no volvió a mí de todo corazón, sino sólo engañosamente -oráculo del Señor-. (Jeremías 3, 10)
Ve entonces a gritar estas palabras hacia el Norte: ¡Vuelve, apóstata Israel -oráculo del Señor- y no te mostraré un rostro severo, porque yo soy misericordioso -oráculo del Señor- y no guardo rencor para siempre. (Jeremías 3, 12)
Pero reconoce tu culpa, porque te has rebelado contra el Señor, tu Dios, y has prodigado tus favores a los extranjeros, bajo todo árbol frondoso: ¡ustedes no han escuchado mi voz! -oráculo del Señor-. (Jeremías 3, 13)
¡Vuelvan, hijos apóstatas -oráculo del Señor- porque yo soy el dueño de ustedes! Yo los tomaré, a uno de una ciudad y a dos de una familia, y los conduciré a Sión. (Jeremías 3, 14)
Y cuando ustedes se hayan multiplicado y fructificado en el país, en aquellos días -oráculo del Señor- ya no se hablará más del Arca de la Alianza del Señor, ni se pensará más en ella; no se la recordará, ni se la echará de menos, ni se la volverá a fabricar. (Jeremías 3, 16)
Pero como una mujer traiciona a su marido, así me han traicionado ustedes, casa de Israel -oráculo del Señor-. (Jeremías 3, 20)
Si quieres volver, Israel -oráculo del Señor- vuélvete a mí. Si apartas tus ídolos abominables, no tendrás que huir de mi presencia. (Jeremías 4, 1)
Aquel día -oráculo del Señor- desfallecerá el corazón del rey y el corazón de los príncipes; los sacerdotes estarán consternados y quedarán atónitos los profetas. (Jeremías 4, 9)
Rodean a Jerusalén como los guardianes de un campo, porque ella se ha rebelado contra mí -oráculo del Señor-. (Jeremías 4, 17)