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  • Los pecados de algunas personas son tan notorios que no necesitan ser llevados a juicio; los de otras, en cambio, sólo se descubren después. (I Timoteo 5, 24)

  • De la misma manera, las buenas obras están a la vista, y las que no lo son, ya se pondrán de manifiesto. (I Timoteo 5, 25)

  • Y si sus dueños son creyentes, que no los respeten menos por el hecho de ser hermanos. Al contrario, que pongan mayor empeño en servirlos, porque así benefician a hermanos queridos en la fe. Enseña todo esto, e insiste en ello. (I Timoteo 6, 2)

  • En una casa grande, no todos los recipientes son de oro o de plata, sino que también hay recipientes de madera y de barro. Unos se destinan a usos nobles, y otros, a usos comunes. (II Timoteo 2, 20)

  • Así son los que se introducen en los hogares, seduciendo a mujeres frívolas y llenas de pecados, que se dejan arrastrar por toda clase de pasiones, (II Timoteo 3, 6)

  • Así como Janés y Jambrés se opusieron a Moisés, ellos también se opondrán a la verdad: son hombres de mentalidad corrompida, descalificados en lo que refiere a la fe. (II Timoteo 3, 8)

  • Son muchos, en efecto, los espíritus rebeldes, los charlatanes y seductores, sobre todo, entre los circuncisos. (Tito 1, 10)

  • en lugar de dar crédito a las fábulas judías y a los preceptos de personas que dan la espalda a la verdad. (Tito 1, 14)

  • Ellos hacen profesión de conocer a Dios, pero con sus actos, lo niegan: son personas abominables, rebeldes, incapaces de cualquier obra buena. (Tito 1, 16)

  • Que las mujeres de edad se comporten como corresponde a personas santas. No deben ser murmuradoras, ni entregarse a la bebida. Que por medio de buenos consejos, (Tito 2, 3)

  • ya sabes que son extraviados y pecadores que se condenan a sí mismos. (Tito 3, 11)

  • ¿Acaso no son todos ellos espíritus al servicio de Dios, enviados en ayuda de los que van a heredar la salvación? (Hebreos 1, 14)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina