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Frenó las ruedas de los carros, haciéndolos avanzar pesadamente. Los egipcios se dijeron: "Huyamos de los israelitas, porque el Señor combate por ellos contra los egipcios". (Exodo 14, 25)
Cada basa tenía cuatro ruedas de bronce, con sus ejes también de bronce, y en sus cuatro ángulos había unos pies. Estos pies estaban fundidos por debajo del aguamanil y por detrás de cada una de las guirnaldas. (I Reyes 7, 30)
Las cuatro ruedas estaban debajo de los paneles, y los ejes de las ruedas, unidos a las basas. La altura de cada rueda era de unos setenta y cinco centímetros. (I Reyes 7, 32)
Las ruedas eran como las de carro; y los ejes, llantas, rayos y cubos, todo de bronce. (I Reyes 7, 33)
Son afiladas sus saetas, tensos están todos sus arcos; los cascos de sus caballos son como pedernal, las ruedas de sus carros igual que el huracán. (Isaías 5, 28)
al sonar de los cascos de sus caballos, al trepidar de sus carros, al estrépito de sus ruedas. Los padres no se vuelven ya a sus hijos, sus brazos se desploman (Jeremías 47, 3)
El aspecto de las ruedas, su estructura, resplandecía como el crisólito. Tenían las cuatro la misma forma y parecían dispuestas como si una estuviese en medio de la otra. (Ezequiel 1, 16)
Cuando los seres se movían, iban también las ruedas junto a ellos; y cuando aquéllos se elevaban de la tierra, se levantaban también las ruedas. (Ezequiel 1, 19)
Iban hacia donde los impulsaba el espíritu; y las ruedas también se elevaban, porque el espíritu de los seres estaba en las ruedas. (Ezequiel 1, 20)
Cuando andaban ellos, andaban las ruedas; y cuando se paraban ellos, se paraban también las ruedas; cuando ellos se elevaban de la tierra, se elevaban también ellas, porque el espíritu de los seres estaba en las ruedas. (Ezequiel 1, 21)
era el rumor de las alas de aquellos seres al batir una con otra y el ruido de las ruedas como el ruido de gran terremoto. (Ezequiel 3, 13)
Y dijo al hombre vestido de lino: "Métete por entre las ruedas, debajo del querubín, toma a manos llenas brasas ardientes de entre los querubines y espárcelas por la ciudad". Y vi que entró. (Ezequiel 10, 2)