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El novillo del sacrificio por el pecado y el chivo del sacrificio por el pecado -cuya sangre fue introducida en el Santuario para el rito de expiación- serán sacados fuera del campamento, y su cuero, su carne y sus excrementos serán consumidos por el fuego. (Levítico 16, 27)
Ningún extraño podrá comer de las cosas sagradas, ni tampoco lo harán el huésped o el jornalero de un sacerdote. (Levítico 22, 10)
Pero si la hija de un sacerdote queda viuda o es repudiada y, no teniendo hijos, vuelve a la casa de su padre como en su juventud, podrá comer del pan de su padre. Ningún extraño comerá de él; (Levítico 22, 13)
Cuando la Morada se desplace, los levitas la desarmarán; y cuando se detenga, la armarán. El extraño que se acerque, será castigado con la muerte. (Números 1, 51)
Nadab y Abihú murieron en la presencia del Señor, cuando presentaron ante él un fuego profano, en el desierto del Sinaí. Y como no tenían hijos, los que ejercieron el sacerdocio delante de Aarón, su padre, fueron Eleazar e Itamar. (Números 3, 4)
A Aarón y a sus hijos, en cambio, les encargarás que ejerzan las funciones sacerdotales. Si se acerca un extraño, será castigado con la muerte. (Números 3, 10)
Al este, frente a la Morada, delante de la Carpa del Encuentro, acampaban Moisés, Aarón y sus hijos, que realizaban las tareas del Santuario, en favor de los israelitas. Cualquier extraño que se acercara debía ser castigado con la muerte. (Números 3, 38)
Entonces el nazireo se cortará el cabello consagrado, a la entrada de la Carpa del Encuentro, y lo echará en el fuego que arde debajo del sacrificio de comunión. (Números 6, 18)
El día en que se erigió la Morada -la Carpa del Testimonio- la nube la cubrió, y desde el anochecer hasta la mañana estuvo sobre ella con aspecto de fuego. (Números 9, 15)
Así sucedía siempre: la nube cubría la Morada y de noche tomaba el aspecto de fuego. (Números 9, 16)
Una vez, el pueblo se quejó amargamente delante del Señor. Cuando el Señor los oyó, se llenó de indignación. El fuego del Señor se encendió contra ellos y devoró el extremo del campamento. (Números 11, 1)
El pueblo pidió auxilio a Moisés. Este intercedió ante el Señor, y se apagó el fuego. (Números 11, 2)