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  • Los israelitas les hicieron frente, y los de Benjamín, aterrados ante el desastre que les venía encima, (Jueces 20, 41)

  • Seguro que ahora estará escondido en una cueva o en cualquier otro lugar. Si al principio cae alguno de los nuestros, se esparcirá el rumor de un desastre en los seguidores de Absalón. (II Samuel 17, 9)

  • El malvado es respetado en el día del desastre, el día de la ira se ve libre. (Job 21, 30)

  • mirando lo primero por los intereses del rey, pero también por los de mis conciudadanos; pues por la locura de los asideos nuestra nación está hecha un desastre. (II Macabeos 14, 8)

  • su salida de entre nosotros, un desastre; pero ellos están en paz. (Sabiduría 3, 3)

  • Pero un desastre te alcanzará, que no podrás conjurar; una calamidad caerá sobre ti, que no podrás evitar; la ruina te llegará de repente sin darte cuenta. (Isaías 47, 11)

  • Se anuncia desastre tras desastre, todo el país está arrasado. De golpe han sido destruidas mis tiendas, en un instante mis pabellones. (Jeremías 4, 20)

  • ¡Huid, hijos de Benjamín, lejos de Jerusalén! ¡Tocad la trompeta en Técoa! ¡Sobre Betqueren izad una señal! Pues por el norte asoma la desgracia, un inmenso desastre. (Jeremías 6, 1)

  • Sí, un lamento llega de Sión: ¡Ah, en qué desastre estamos! ¡Qué vergüenza nos cubre! ¡Tener que abandonar la patria y dejar nuestra casa! (Jeremías 9, 18)

  • Por eso, esto dice el Señor: "Voy a mandar contra ellos un desastre al que no podrán escapar; clamarán a mí, pero yo no los escucharé. (Jeremías 11, 11)

  • Tú les dirás estas palabras: "Mis ojos se derriten en lágrimas noche y día sin descanso, por el gran desastre que quebranta a la virgen, hija de mi pueblo, por su gravísima herida. (Jeremías 14, 17)

  • A pesar de todo, yo no te he insistido para que adelantases el desastre; no he deseado el día de la desgracia, tú lo sabes; lo que ha salido de mis labios está ante tu presencia. (Jeremías 17, 16)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina