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Sólo del fruto del árbol que está en medio del jardín nos ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo toquéis siquiera, bajo pena de muerte". (Génesis 3, 3)
Si obraras bien, ¿no alzarías la cabeza?; en cambio, si obras mal, el pecado está a las puertas de tu casa y te acosa sin que puedas contenerlo". (Génesis 4, 7)
El Señor dijo: "Las quejas contra Sodoma y Gomorra son muy grandes, y su pecado, muy grave. (Génesis 18, 20)
Después mandó llamar a Abrahán y le dijo: "¿Qué nos has hecho? ¿En qué te he ofendido para que nos hayas expuesto, a mí y a mi reino, a cometer un pecado tan grave? Tú has hecho conmigo lo que no se debe hacer". (Génesis 20, 9)
Isaac introdujo a Rebeca en la tienda de Sara, la tomó y fue su mujer. La amó, y se consoló de la muerte de su madre. (Génesis 24, 67)
Después de la muerte de Abrahán, Dios bendijo a Isaac, su hijo, que se quedó a vivir junto al pozo de Lajay-Roí. (Génesis 25, 11)
Y Abimelec añadió: "¿Por qué nos has hecho esto? Cualquiera habría podido acostarse con tu mujer, y habrías traído sobre nosotros un pecado". (Génesis 26, 10)
Entonces Abimelec dio esta orden al pueblo: "El que toque a este hombre o a su mujer será castigado con la muerte". (Génesis 26, 11)
Abrió de nuevo los pozos que habían sido abiertos en tiempos de su padre Abrahán y que los filisteos, después de la muerte de Abrahán, habían cegado, y les dio los mismos nombres con que los había llamado su padre. (Génesis 26, 18)
Al verlo venir desde lejos, antes de que llegara hasta ellos, conspiraron contra él para darle muerte. (Génesis 37, 18)
Cuando se acercaba ya para Jacob el día de su muerte, mandó llamar a su hijo José y le dijo: "Si he hallado gracia a tus ojos, pon tu mano debajo de mi muslo en señal de juramento, y prométeme que serás bueno y fiel conmigo; no me entierres en Egipto. (Génesis 47, 29)
Diréis a José: Perdona el delito y el pecado de tus hermanos, el mal que te hicieron; perdona el delito de los siervos del Dios de tu padre". José, al oírlo, se echó a llorar. (Génesis 50, 17)