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  • La preferí a los cetros y a los tronos, y en su comparación tuve en nada la riqueza. (Sabiduría 7, 8)

  • Me vinieron con ella todos los bienes, pues ella tenía en sus manos una riqueza incalculable. (Sabiduría 7, 11)

  • Si la riqueza es una posesión codiciable en la vida, ¿qué más rico que la sabiduría que todo lo obra? (Sabiduría 8, 5)

  • en su amistad el honesto deleite, en los trabajos de sus manos riqueza inagotable, en su trato continuo la prudencia y buen nombre en tomar parte en sus discursos, corrí de un lado para otro buscando el modo de tomarla por esposa. (Sabiduría 8, 18)

  • Al pobre se le respeta por su inteligencia, y al rico por su riqueza. (Eclesiástico 10, 30)

  • El que es honrado en la pobreza, ¡cuánto más lo será en la riqueza! Y el que es despreciado en la riqueza, ¡cuánto más en la pobreza! (Eclesiástico 10, 31)

  • Bienes y males, vida y muerte, pobreza y riqueza vienen del Señor. (Eclesiástico 11, 14)

  • Buena es la riqueza cuando es sin pecado, y mala la pobreza al decir del malvado. (Eclesiástico 13, 24)

  • Al corazón mezquino no le hace falta la riqueza; y el avaro, ¿para qué quiere el oro? (Eclesiástico 14, 3)

  • Acuérdate del tiempo de penuria en los días de abundancia, de la pobreza y miseria en los días de riqueza. (Eclesiástico 18, 25)

  • Como vid eché hermosos sarmientos, y mis flores dan frutos de gloria y de riqueza. (Eclesiástico 24, 17)

  • El fuego arde según el combustible, y la disputa se propaga según su violencia; la ira de un hombre depende de su fuerza, y su cólera se levantará según su riqueza. (Eclesiástico 28, 10)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina