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Les diste a conocer tu santo sábado, les prescribiste mandamientos, preceptos y ley por medio de Moisés, tu siervo. (Nehemías 9, 14)
a no comprar nada en sábado o en día festivo a las gentes del país cuando traigan a vender grano o cualquier clase de mercancía; a dejar la tierra sin cultivar y a perdonar todas las deudas en el año séptimo. (Nehemías 10, 32)
Por entonces advertí que había en Judá quienes en día de sábado pisaban los lagares, acarreaban los haces, los cargaban sobre los asnos, así como vino, uva, higos y toda clase de cargas, para traerlos a Jerusalén en día de sábado, y los amonesté para que no vendiesen sus productos en tal día. (Nehemías 13, 15)
Igualmente, algunos tirios que habitaban en la ciudad traían pescado y toda clase de mercancías, y las vendían en día de sábado a los judíos, y esto en la misma Jerusalén. (Nehemías 13, 16)
Yo reprendí a los jefes de Judá, diciéndoles: "¡Qué acción tan detestable cometéis profanando el día del sábado! (Nehemías 13, 17)
¿No fue esto lo que hicieron vuestros padres y por lo que nuestro Dios hizo caer sobre nosotros y sobre esta ciudad toda esta calamidad? ¡Y vosotros aumentáis el ardor de su ira contra Israel profanando el sábado!". (Nehemías 13, 18)
Por eso ordené que, en cuanto la sombra cubriese las puertas de Jerusalén, la víspera del sábado, se cerrasen las puertas, y que no se abrieran hasta después del sábado; y emplacé junto a las puertas algunos de mis hombres para que no entrase carga alguna en día de sábado. (Nehemías 13, 19)
Y yo los amonesté diciéndoles: "¿Por qué pernoctáis delante de la muralla? Si el hecho se repite, os echaré mano". Desde entonces no volvieron más en día de sábado. (Nehemías 13, 21)
Ordené también a los levitas que se purificasen y viniesen a guardar las puertas, para que se santificara el sábado. ¡También por esto, acuérdate de mí, oh Dios mío, y ten piedad de mí conforme a tu gran misericordia! (Nehemías 13, 22)
Una luz resplandeciente brillará hasta el último rincón de la tierra. Pueblos numerosos acudirán a ti desde muy lejos, desde tierras lejanas vendrán a celebrar tu nombre santo, trayendo dones en sus manos para el rey del cielo. Generaciones y generaciones en ti se alegrarán, y tu nombre será glorioso para siempre. (Tobías 13, 13)
Las puertas de Jerusalén entonarán cánticos jubilosos, y todos sus habitantes repetirán: Aleluya. Bendito sea el Dios de Israel. Y todos los que por él son bendecidos, bendecirán dichosos su nombre santo por siempre jamás". (Tobías 13, 18)
Tendría entonces al menos un consuelo, una efusión de gozo en mis males sin piedad; el no haber eludido los preceptos del santo. (Job 6, 10)