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y cuando sus dolores eran más intensos, la partera le dijo: «Animo, que éste es también un hijo.» (Génesis 35, 17)
¿A dónde nos están llevando? Los mensajeros dicen que la gente de allá es más fuerte y más numerosa que nosotros; las ciudades son grandes y con murallas que llegan al cielo; incluso se han visto allí gigantes. Con esto se nos ha ido abajo el ánimo . (Deuteronomio 1, 28)
Da tus órdenes a Josué, dale autoridad y dale ánimo, pues él es quien ha de encabezar a ese pueblo y le distribuirá la tierra que vas a ver . (Deuteronomio 3, 28)
Dicho esto, añadirán todavía: «¿Hay aquí algún hombre que tenga miedo o al que falte el ánimo? Regrese inmediatamente a su casa para que no contagie con su miedo a sus hermanos.» (Deuteronomio 20, 8)
Sé valiente y ten ánimo, porque tú entregarás a este pueblo la tierra que juré dar a sus padres. Por eso, ten ánimo y cumple fielmente toda la Ley que te dio mi servidor Moisés. (Josué 1, 6)
Estas noticias nos han asustado, y todos se quedan sin ánimo ante ustedes porque Yavé es Dios arriba en los cielos como abajo en la tierra. (Josué 2, 11)
Les faltó el ánimo y no supieron por dónde escaparse: por un lado estaba Josué con toda la gente de Israel, y por el otro, los que acababan de incendiar la ciudad. (Josué 8, 21)
Yavé les dio ánimo a todos ellos para que pelearan contra Israel, con el fin de que fueran consagrados en anatema y destruidos sin misericordia, como Yavé lo tenía ordenado a Moisés. (Josué 11, 20)
No está en nuestro ánimo alejarnos de Yavé al construir un altar para ofrecerle holocaustos y sacrificios. Solamente lo haremos en el altar de Yavé, nuestro Dios, que se levanta frente a su Tabernáculo.» (Josué 22, 29)
Dijo a Jeter, su hijo mayor: «¡Animo, mátalos!» Pero el muchacho no desenvainó la espada; no se atrevió porque era muy joven todavía; (Jueces 8, 20)
Al cuarto día se levantaron de madrugada y el levita se dispuso a partir; el padre de la joven le dijo a su yerno: «Come primero un poco de pan para cobrar ánimo, y luego te marcharás.» (Jueces 19, 5)
Estando por morir, las que le asistían le dijeron: «Animo, que es un niño»; pero ella estaba inconsciente y no respondió. (1 Samuel 4, 20)