Talált 13 Eredmények: Atalía

  • Tenía cuarenta y dos años cuando comenzó a reinar, y reinó un año en Jerusalén. Su madre, hija de Omrí, rey de Israel, se llamaba Atalía. (II Reyes 8, 26)

  • Cuando Atalía, madre de Ocozías, vio que su hijo había muerto, fue y exterminó a toda la familia real. (II Reyes 11, 1)

  • Pero, cuando estaban matando a los hijos del rey, Josebá, hija del rey Jorán y hermana del rey Ocozías, tomó a Joás, hijo de Ocozías, y lo escondió con su nodriza en el dormitorio. De esta manera lo libró de Atalía, que no lo mató. (II Reyes 11, 2)

  • Y estuvo escondido con ella seis años en el templo del Señor, mientras Atalía reinaba en el país. (II Reyes 11, 3)

  • Cuando Atalía oyó los gritos de la guardia y del pueblo, fue al templo del Señor donde estaban todos. (II Reyes 11, 13)

  • Todo el pueblo se llenó de júbilo, y la ciudad quedó tranquila, pues Atalía había muerto a espada en el palacio real. (II Reyes 11, 20)

  • Tenía cuarenta y dos años cuando empezó a reinar, y reinó un año en Jerusalén. Su madre, hija de Omrí, se llamaba Atalía. (II Crónicas 22, 2)

  • Pero, cuando estaban matando a los hijos del rey, Josebá, hija del rey, tomó a Joás, hijo de Ocozías, y lo escondió con su nodriza en el dormitorio. De esta manera, Josebá, hija del rey Jorán, mujer del sacerdote Yehoyadá y hermana de Ocozías, lo libró de Atalía, que no lo mató. (II Crónicas 22, 11)

  • Estuvo escondido con ella seis años en el templo mientras Atalía reinaba en el país. (II Crónicas 22, 12)

  • Cuando Atalía oyó los gritos del pueblo que corría y aclamaba al rey, fue al templo donde estaban todos. (II Crónicas 23, 12)

  • Todo el pueblo hizo fiesta, y la ciudad recobró la tranquilidad. Atalía había muerto a espada. (II Crónicas 23, 21)

  • Atalía y sus hijos, pervertidos por ella, han deteriorado el templo de Dios, e incluso han dedicado a los baales todas las santas reservas del templo del Señor". (II Crónicas 24, 7)


“Onde não há obediência, não há virtude. Onde não há virtude, não há bem, não há amor; e onde não há amor, não há Deus; e sem Deus não se chega ao Paraíso. Tudo isso é como uma escada: se faltar um degrau, caímos”. São Padre Pio de Pietrelcina