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«Escúchanos, señor: entre nosotros tú eres un príncipe de Dios. Sepulta a tu difunta en la mejor de nuestras sepulturas, pues ninguno de nosotros te negará una tumba para tu difunta.» (Génesis 23, 6)
Jacob puso una piedra de pie sobre su tumba, es la Piedra de la Tumba de Raquel que se ve hoy todavía. (Génesis 35, 20)
Cuando me haya ido a descansar con mis padres, sácame de Egipto y entiérrame en la tumba de ellos.» José respondió: «Lo haré tal como lo pides.» Insistió Jacob: «¡Júramelo!» Y José se lo juró. (Génesis 47, 30)
El que en el campo toque a alguien que haya muerto, o huesos humanos o una tumba, quedará impuro durante siete días. (Números 19, 16)
Luego un hombre puro tomará una ramita de hisopo, la sumergerá en el agua y rociará la tienda y a todos los objetos y personas que haya en ella; se hará lo mismo con el que tocó los huesos, al muerto o la tumba. (Números 19, 18)
Lo sepultaron en el valle, en el país de Moab frente a Baal Peor, pero nadie hasta hoy ha conocido su tumba. (Deuteronomio 34, 6)
Murió Gedeón, hijo de Joás, después de una dichosa vejez, y fue enterrado en la tumba de su padre Joás, en Ofrá de Abiezer. (Jueces 8, 32)
En cuanto te separes de mí encontrarás a dos hombres junto a la tumba de Raquel, en la frontera de Benjamín, y ellos te dirán: Las burras que andabas buscando ya las hallaron. Fíjate que tu padre ya se olvidó de ellas y ahora está muy preocupado por lo que les haya podido pasar a ustedes. (1 Samuel 10, 2)
Josías notó la tumba de este hombre de Dios y dijo: «¿Qué monumento es este que veo?» Los hombres de la ciudad le dijeron: «Es la tumba del hombre de Dios que vino de Judá para anunciar lo que acabas de hacer contra el altar de Betel.» (2 Reyes 23, 17)
El rey ordenó: «Dejen en paz la tumba, y que nadie toque sus huesos.» Y sus huesos, junto con los del profeta de Samaria, no fueron tocados. (2 Reyes 23, 18)
Después de él, Nehemías, hijo de Azbuc, jefe de la mitad del distrito de Bet-Sur, reparó hasta enfrente de la tumba de David, hasta el depósito artificial de agua y hasta la casa de los Valientes. (Nehemías 3, 16)
Acuérdate de todos los peligros por los que pasó cuando te esperaba. Cuando muera, entiérrala junto a mí, en la misma tumba. (Tobías 4, 4)