Fondare 51 Risultati per: Abner

  • se lanzó en persecución de Abner, sin desviarse ni a la derecha ni a la izquierda. (II Samuel 2, 19)

  • Abner se dio vuelta y dijo: "¿Eres tú, Asael?". "Sí, soy yo", respondió él. (II Samuel 2, 20)

  • Abner siguió diciendo: "Desvíate a la derecha o a la izquierda, agarra a uno de los muchachos y quédate con sus despojos". Pero él no quiso dejar de perseguirlo. (II Samuel 2, 21)

  • Abner le insistió, diciendo: "¡Deja de seguirme! ¿O tendré que dejarte tendido de un golpe? ¿Y cómo podría luego mirar de frente a tu hermano Joab?". (II Samuel 2, 22)

  • Pero Asael no quiso apartarse, y Abner lo hirió en el bajo vientre con la punta trasera de su lanza. Esta le salió por detrás, y él cayó muerto allí mismo. Todos los que llegaban al sitio donde Asael había caído muerto, se paraban. (II Samuel 2, 23)

  • Joab y Abisai persiguieron a Abner. Y al ponerse el sol, llegaron a la colina de Ammá, que está al este de Guíaj, sobre el camino del páramo de Gabaón. (II Samuel 2, 24)

  • Los benjaminitas se concentraron detrás de Abner, formando un grupo bien compacto, y se apostaron en la cima de una colina. (II Samuel 2, 25)

  • Entonces Abner gritó a Joab: "¿Terminará alguna vez esta masacre? ¿No te das cuenta que al fin no habrá más que amargura? ¿Qué esperas para decirle a tu gente que deje de perseguir a sus hermanos?". (II Samuel 2, 26)

  • Abner y sus hombres caminaron toda aquella noche por la Arabá y cruzaron el Jordán. Luego recorrieron todo el Bitrón y llegaron a Majanaim. (II Samuel 2, 29)

  • Joab, por su parte, dejó de perseguir a Abner y reunió toda la tropa. Entre los servidores de David faltaban diecinueve hombres, además de Asael. (II Samuel 2, 30)

  • Los servidores de David, en cambio, habían matado a trescientos sesenta entre los benjaminitas y los hombres de Abner. (II Samuel 2, 31)

  • Mientras duraba la guerra entre la casa de Saúl y la de David, Abner afianzaba su posición en la casa de Saúl. (II Samuel 3, 6)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina