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Pero ahora, devuélvele la mujer a ese hombre. Él es un profeta, y va a interceder en tu favor, para que salves tu vida. Si no se la devuelves, ten la plena seguridad de que morirás, tú y todos los tuyos". (Génesis 20, 7)
El Señor dijo a Moisés: "Yo hago de ti un dios para el Faraón, y Aarón, tu hermano, será tu profeta. (Exodo 7, 1)
y el Señor les dijo: "Escuchen bien mis palabras: Cuando aparece entre ustedes un profeta, yo me revelo a él en una visión, le hablo en un sueño. (Números 12, 6)
Si surge en medio de ustedes un profeta o un intérprete de sueños, que te propone un signo o un prodigio, (Deuteronomio 13, 2)
no hagas caso de las palabras de ese profeta o de los sueños de ese visionario. Porque el Señor, su Dios, los pone a prueba para ver si ustedes lo aman realmente con todo su corazón y con toda su alma. (Deuteronomio 13, 4)
Y ese profeta o ese intérprete de sueños deberá ser castigado con la muerte, por haber incitado a la rebelión contra el Señor, tu Dios -el que te hizo salir de Egipto y te rescató de la esclavitud- para desviarte del camino por donde él te ordenó que fueras. Así harás desaparecer el mal de entre ustedes. (Deuteronomio 13, 6)
El Señor, tu Dios, te suscitará un profeta como yo; lo hará surgir de entre ustedes, de entre tus hermanos, y es a él a quien escucharán. (Deuteronomio 18, 15)
Por eso, suscitaré entre sus hermanos un profeta semejante a ti, pondré mis palabras en su boca, y él dirá todo lo que yo le ordene. (Deuteronomio 18, 18)
Al que no escuche mis palabras, las que este profeta pronuncie en mi Nombre, yo mismo le pediré cuenta. (Deuteronomio 18, 19)
Y si un profeta se atreve a pronunciar en mi Nombre una palabra que yo no le he ordenado decir, o si habla en nombre de otros dioses, ese profeta morirá". (Deuteronomio 18, 20)
Si lo que el profeta dice en nombre del Señor no se cumple y queda sin efecto, quiere decir que el Señor no ha dicho esa palabra. El profeta ha hablado temerariamente: no le temas. (Deuteronomio 18, 22)
Nunca más surgió en Israel un profeta igual a Moisés -con quien el Señor departía cara a cara- (Deuteronomio 34, 10)