Znaleziono 29 Wyniki dla: Adonías

  • Jonatán dijo a Adonías: "¡Sí, por cierto! Nuestro señor, el rey David, ha hecho proclamar rey a Salomón. (I Reyes 1, 43)

  • Todos los invitados de Adonías, consternados, se levantaron y se fueron cada uno por su lado. (I Reyes 1, 49)

  • Y Adonías, por miedo a Salomón, se levantó y fue a agarrarse a los cuernos del altar. (I Reyes 1, 50)

  • Informaron de ello a Salomón: "Adonías tiene miedo del rey Salomón y se ha agarrado a los cuernos del altar diciendo: Júreme hoy el rey Salomón que no ha de matar a espada a su siervo". (I Reyes 1, 51)

  • El rey Salomón mandó que lo retiraran del altar. Adonías fue y se postró ante el rey. Salomón le dijo: "Vete a tu casa". (I Reyes 1, 53)

  • Adonías, hijo de Jaguit, se presentó a Betsabé, madre de Salomón, y ella le preguntó: "¿Vienes en son de paz?". Él replicó: "En son de paz". (I Reyes 2, 13)

  • Y Adonías: "Tú sabes que a mí me tocaba la dignidad real y que todo Israel había puesto en mí sus ojos, esperando que yo había de reinar. Pero la realeza se me escapó y pasó a mi hermano, porque el Señor se la había destinado a él. (I Reyes 2, 15)

  • Betsabé entró en la sala del rey Salomón para hablarle en favor de Adonías. El monarca se levantó para recibirla, le hizo una inclinación, se sentó en el trono y mandó que pusieran un sillón a su madre, la cual se sentó a su derecha. (I Reyes 2, 19)

  • Ella repuso: "Que des Abisag, la sunamita, a tu hermano Adonías por esposa". (I Reyes 2, 21)

  • El rey Salomón dijo a su madre: "¿Cómo pides tú a Abisag, la sunamita, para Adonías? Pide ya para él la realeza, pues es mi hermano mayor y están por él Abiatar, el sacerdote, y Joab, el hijo de Sarvia". (I Reyes 2, 22)

  • El rey Salomón juró por el Señor: "Que Dios me castigue si Adonías no paga con su vida el haber pedido esto. (I Reyes 2, 23)

  • ¡Vive el Señor, que me ha confirmado y me ha puesto en el trono de mi padre, David, y que me ha fundado una casa, según su promesa, que hoy morirá Adonías!". (I Reyes 2, 24)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina