Encontrados 165 resultados para: historia de Moab
Entonces el Señor me dijo: "Tampoco ataques a Moab ni lo provoques a la guerra, porque no te daré ninguna fracción de su territorio, ya que la posesión de Ar se la he dado a los descendientes de Lot". (Deuteronomio 2, 9)
"Ahora vas a pasar por Ar, que está en las fronteras de Moab, (Deuteronomio 2, 18)
Porque ellos no se adelantaron para ofrecerles agua y alimento, cuando ustedes iban por el camino, a la salida de Egipto; y porque Moab contrató a Balaam, hijo de Beor, que era de Petor en Arám Naharaim, a fin de que te maldijera. (Deuteronomio 23, 5)
Estas son las palabras de la alianza que el Señor ordenó a Moisés hacer con los israelitas en territorio de Moab, además de la alianza que había hecho con ellos en el Horeb. (Deuteronomio 28, 69)
"Sube a esa montaña de los Abarím, al monte Nebo que está en el país de Moab, frente a Jericó, y contempla la tierra de Canaán que yo doy en propiedad a los israelitas. (Deuteronomio 32, 49)
Moisés subió de las estepas de Moab al monte Nebo, a la cima del Pisgá, frente a Jericó, y el Señor le mostró todo el país: Galaad hasta Dan, (Deuteronomio 34, 1)
Allí murió Moisés, el servidor del Señor, en territorio de Moab, como el Señor lo había dispuesto. (Deuteronomio 34, 5)
Él mismo lo enterró en el Valle, en el país de Moab, frente a Bet Peor, y nadie, hasta el día de hoy, conoce el lugar donde fue enterrado. (Deuteronomio 34, 6)
Los israelitas lloraron a Moisés durante treinta días en las estepas de Moab. Así se cumplió el período de llanto y de duelo por la muerte de Moisés. (Deuteronomio 34, 8)
Este fue el reparto que hizo Moisés en las Estepas de Moab, al otro lado del Jordán, al este de Jericó. (Josué 13, 32)
Entonces Balac -hijo de Sipor, rey de Moab- se levantó para combatir contra Israel, y mandó llamar a Balaam, hijo de Beor, para que los maldijera. (Josué 24, 9)
Los israelitas volvieron a hacer lo que es malo a los ojos del Señor. Entonces el Señor dio poder a Eglón, rey de Moab, sobre Israel, porque ellos hacían lo que es malo a los ojos del Señor. (Jueces 3, 12)