Encontrados 17 resultados para: sísara

  • y Yahveh los dejó a merced de Yabín, rey de Canaán, que reinaba en Jasor. El jefe de su ejército era Sísara, que habitaba en Jaróset Haggoyim. (Jueces 4, 2)

  • Yo atraeré hacia ti al torrente Quison a Sísara,jefe del ejército de Yabín, con sus carros y sus tropas, y los pondré en tus manos"?» (Jueces 4, 7)

  • «Iré contigo - dijo ella - sólo que entonces no será tuya la gloria del camino que emprendes, porque Yahveh entregará a Sísara en manos de una mujer.» Débora se levantó y marchó con Baraq a Quédes. (Jueces 4, 9)

  • Le comunicaron a Sísara que Baraq, hijo de Abinoam, había subido al monte Tabor. (Jueces 4, 12)

  • Reunió Sísara todos sus carros, y todas las tropas que tenía y las llevó de Jaróset Haggoyim al Torrente de Quisón. (Jueces 4, 13)

  • Débora dijo a Baraq: «Levántate, porque este es el día en que Yahveh ha entregado a Sísara en tus manos. ¿No es cierto que Yahveh marcha delante de ti?» Baraq bajó del monte Tabor seguido de los 10.000 hombres. (Jueces 4, 14)

  • Yahveh sembró el panico en Sísara, en todos sus carros y en todo su ejército ante Baraq. Sísara bajó de su carro y huyó a pie. (Jueces 4, 15)

  • Baraq persiguió a los carros y al ejército hasta Jaróset Haggoyim. Todo el ejército de Sísara cayó a filo de espada: no quedó ni uno. (Jueces 4, 16)

  • Pero Sísara huyó a pie hacia la tienda de Yael, mujer de Jéber el quenita, porque reinaba la paz entre Yabín, rey de Jasor, y la casa de Jéber el quenita. (Jueces 4, 17)

  • Yael salió al encuentro de Sísara y le dijo: «Entra, señor mío, entra en mi casa. No temas.» Y entró en su tienda y ella lo tapó con un cobertor. (Jueces 4, 18)

  • Cuando llegó Baraq persiguiendo a Sísara, Yael salió a su encuentro y le dijo: «Ven, que te voy a mostrar al hombre que buscas.» Entró donde ella, y Sísara yacía muerto con la clavija en la sien. (Jueces 4, 22)

  • Desde los cielos lucharon las estrellas, desde sus órbitas lucharon contra Sísara. (Jueces 5, 20)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina