Encontrados 131 resultados para: Salvación

  • Todos nosotros gruñimos como osos, gemimos sin cesar como palomas. Esperábamos el juicio, ¡y nada!, la salvación, y está lejos de nosotros. (Isaías 59, 11)

  • Él se puso la justicia por coraza y sobre su cabeza, el casco de la salvación; se vistió con la ropa de la venganza y se envolvió con el manto del celo. (Isaías 59, 17)

  • Ya no se oirá hablar de violencia en tu país ni de expoliación y desastre en tus fronteras; a tus murallas las llamarás "Salvación" y a tus puertas, "Alabanza". (Isaías 60, 18)

  • Yo desbordo de alegría en el Señor, mi alma se regocija en mi Dios. Porque él me vistió con las vestiduras de la salvación y me envolvió con el manto de la justicia, como un esposo que se ajusta la diadema y como una esposa que se adorna con sus joyas. (Isaías 61, 10)

  • Por amor a Sión no me callaré, por amor a Jerusalén no descansaré, hasta que irrumpa su justicia como una luz radiante y su salvación, como una antorcha encendida. (Isaías 62, 1)

  • ¡Sí, son una mentira las colinas y el tumulto de las montañas! ¡Sí, en el Señor, nuestro Dios, está la salvación de Israel! (Jeremías 3, 23)

  • Es bueno esperar en silencio la salvación que viene del Señor. (Lamentaciones 3, 26)

  • Porque yo espero que el Eterno les dará la salvación, y el Santo me ha llenado de alegría por la misericordia que pronto les llegará del Eterno, su Salvador. (Baruc 4, 22)

  • Así como ahora las ciudades vecinas de Sión están viendo el cautiverio de ustedes, así verán pronto la salvación que les llegará de Dios, con la gran gloria y el esplendor del Eterno. (Baruc 4, 24)

  • Porque el que atrajo sobre ustedes estos males les traerá, junto con su salvación, la eterna alegría". (Baruc 4, 29)

  • pero yo, en acción de gracias, te ofreceré sacrificios y cumpliré mis votos: ¡La salvación viene del Señor!". (Jonás 2, 10)

  • Pero yo aguardo al Señor, espero en el Dios de mi salvación. ¡Mi Dios me escuchará! (Miqueas 7, 7)


“Mantenha-se sempre muito unido à Igreja Católica, pois somente ela pode lhe dar a verdadeira paz, porque somente ela possui Jesus Sacramentado que é o verdadeiro príncipe da paz.” São Padre Pio de Pietrelcina